sábado, 28 de mayo de 2011

Días dos a cinco: Malta (I)



El más largo camino empieza por un pequeño paso. Y en este caso, por una pequeña isla. Y si la geografía es carácter y personalidad, pues Malta está en medio del mar, a mitad de camino entre Sicilia y África.

En Malta es donde está también la fundación “I-Go Aid”, un grupo de libios que se han organizado a toda prisa para enviar ayuda por barco a Misrata. En seguida han puesto en marcha sus redes de contactos por todo Europa y Norteamérica y constantemente reciben material, dinero y voluntarios. El bajo de un edificio de Msida, en Malta, es su cuartel general. Allí entran y salen todo el rato unos tipos entrados en años y en carnes que hablan a gritos, beben café, me saludan efusivamente como si fuésemos amigos de toda la vida e inmediatamente se olvidan de mí y se ponen a hablar en árabe entre ellos.

No hace falta rascar mucho, en todo caso, para empezar a escuchar sus historias: Mohammed estaba en Trípoli hace tan sólo un mes cuando presenció a los soldados de Gadafi tirotear a un chaval africano en medio de la calle. Decidió que debía hacer algo, que eso (con la guerra ya un poco avanzada en cualquier caso) sólo sería el principio de cosas mucho peores. Originario de Misrata, ni siquiera su mujer sabe que está en Malta ayudando a que circulen los barcos. Está obsesionado con los huérfanos de Misrata, insiste en enviar juguetes a la ciudad sitiada.

Y así todos: uno de Manchester, otro de Berlín, el de más allá es un médico que vuelve de Boston para operar en el hospital… Espíritu cooperativo, voluntario, el granito de arena contra el tirano.