jueves, 23 de junio de 2011

Día treinta y uno: verano. Punto y final


El verano se acerca con prisa, la primavera se ha consumido completamente, ya no tengo nada más que hacer en Misrata. Estaré alejándome de la ciudad y me habrán quedado muchas cosas en el tintero, fotos que ya no haré, historias que no me habrán contado, personas cuyo camino ya no se va a cruzar con el mío. Pero en algún momento hay que trazar la línea definitiva, la puerta que se cierra, el punto y aparte.

Nada es absoluto, no hay razones categóricas ni conclusiones en blanco y negro. El material del que está tejido el mundo es la ambigüedad.

Por eso me veré obligado a recordar la muerte, los cadáveres, la terrible desolación, el sonido de los cohetes que incesantemente envían su carga letal de un lado a otro, el entrechocar de los kalashnikov en el asiento de un coche.

Pero también recordaré las veces que un desconocido se ha desviado hasta 60 kilómetros para llevarme a algún sitio sin pedir nada a cambio, las veces que me han dado de comer, los tés que fue imposible que pagase, los hombres que aparecían por el frente con pan hecho en casa, los grupos de voluntarios limpiando la calle, el jefe de la policía que primero me pide una acreditación que no tengo y poco después me está facilitando un coche y un traductor para ir a un campo de entrenamiento, el hecho de que nunca he tardado más de quince segundos en conseguir que un coche pare para llevarme. La cortesía minuciosa y exquisita con que me han tratado en Misrata, esa mezcla de hospitalidad con el extranjero y agradecimiento por venir de un país que les está ayudando a librarse del dictador. De una ciudad que aquí aún se recuerda como un hito en la historia de la cultura árabe. De una profesión que sirve para que el mundo conozca su lucha: en este mes, la palabra que más he oído ha sido “gracias”.

Éste es el punto y final. Se acaba un mes en Misrata, se acaba también este blog. La vuelta es mecánica, casi burocrática, un saltar de un punto a otro rehaciendo el camino andado si es que esto es posible: en el fondo, todos los caminos son el mismo camino.